En el pueblo de Carcastillo de Navarra y en una amplia campiña se asienta el Monasterio Cisterciense de La Oliva fundado por monjes franceses en 1150. Los fundadores asumieron el cultivo de la vid que pervive con fiel tradición hasta nuestros días.
Al amparo de un imponente Monasterio románico-cisterciense, desde hace 900 años, los monjes cultivan sus veinticuatro hectáreas de viñedos. La varietal Garnacha, que se adapta perfectamente al clima de La Oliva, nos hace disfrutar de un novedoso vino equilibrado y fresco. Caldo nacido de la tradición y de la sabiduría de los siglos.
Pasar unos días en la hospedería monástica, convivir con los monjes en la oración y trabajo y contemplar la imponente iglesia abacial del siglo XII, sorecoge al visitante. Meditar en su claustro y pasear entre las ruinas del viejo monacato, desvelan un mundo sencillo y recio donde la sensibilidad humana puede abrirse y tocar el Misterio.
Ora et labota et lege. Palabras que sintetizan la vida del cenobio, guardián de la historia, entre alabanza a Dios, trabajo y estudio. Espíritus recios que a
lo largo de lo siglos revelan su ser, saber y hacer. Herencia bella, recibida y legada en ese majestuoso recinto en que generaciones de monjes silenciosos han regalado su arte,
acogido con cariño y conservando la más pura tradición.